Me acabo de graduar, y estoy lista para el verano. El último antes de ir a la universidad de Londres, y el más importante de todos. Sé que va a ser el mejor. Tengo un presentimiento, algo va a cambiar. Quizás sea que la perra de Julie se mude a otro continente. O que Drew me invite a salir. O que mamá se de cuenta de que cumpliré 18 años, no 7. No sé, tantas cosas pueden pasar en este verano ¿verdad? Muchas cosas.
Capítulo 1º: ''No te debo nada''.
Quiero estar borracho cuando despierte, en el lado derecho de la cama equivocada. |
-¡______(TU NOMBRE)! ¡APURÁTE!- gritó alguien a mi lado. ¿A mi lado digo? En mi oído, en mi tímpano, hasta en mi columna vertebral.
-Shhh, déjenme dormir- exigí, tapándome más con las sábanas, si esto era posible.
-Dormir un carajo, nos prometiste acompañarnos- me reclamó quién sea que fuese la persona que estuviera en mi habitación. Aún seguía sin abrir los ojos.
-Es cierto- habló otra voz.- Dale, movéte.
-Andá a saber qué hizo ayer con Drew que está tan cansada...- otra voz más. ¿Cuántas personas había en mi cuarto?
-Claro, si el caño de Drew le diera bola...- ironizó graciosamente alguien. Suficiente. ¿Es necesario recordarme dese tan temprano que no estuve con Drew?
-Váyanse a cagar abortos de mono- murmuré malhumorada, enderezándome y encontrándome con mis cuatro mejores amigas. Las únicas que tenía, a decir verdad. Los demás eran todos unos falsos, no valían la pena.
¿O esa era yo?
-Aborto nada, bien parida y bien nacida- bromeó mi prima, Natalia.- Ahora te levantás y te me das un baño ya. Te siento desde acá el olor querida.
-El olor a tu hermano- respondí únicamente para molestarla. Por el simple hecho de que amaba hacerlo, y de que su ''hermano'' estaba divino. En realidad no eran hermanos, ni él era mi primo. Al parecer, el padre de Nati -mi tío, que vivía en España y rara vez nos visitaba- se había casado y obtenido un hijastro. Que se partía en veinte mil pedazos rubios y bronceados.
-No, eh. Con mi hermanito no- me aseguró, entre molesta y pícara. Porque la muy sin verguenza la daba a su nuevo hermanastro, como yo o más.
-Bueno, basta las dos. ______(tu nombre) al baño. Y Nati, a acompañarme a la cocina- nos ordenó Nicole, dando punto final a nuestra tonta charla.
-¿Y a la cocina por qué?- quiso saber mi rubia prima, mientras era arrastrada hasta la puerta de mi habitación.
-Porque hay comida y yo tengo hambre- se limitó a decir Niki, empujándola hacia las escaleras. Celia, Lina y yo reímos, mientras me disponía a entrar al baño a darme una buena ducha.
Cuando terminé, volví a mi cuarto -que quedaba en la habitación contigua- a vestirme. Las chicas se habían ido, quién sabe a hacer qué, así que me tomé mi tiempo para elegir qué ponerme. Al final encontré esto:
Luego de peinarme y maquillarme un poco, bajé, en busca de mis amigas. Y como era de esperarse, las encontré a las cuatro despatarradas en el sillón, comiendo galletitas oreos.
-¿Están cómodas?- pregunté sarcástica, sentándome en posa brazos del sillón en el que estaba Nicole.
-Muchísimo, gracias por preguntar amiga- me siguió la joda.- ¿Oreos?- ofreció, alcanzandome el paquete. Evité poner cara de asco, mirándo para otro lado.
-No, gracias- me rehusé. A saber cuántas calorías tenían esas cosas.- ¿Nos vamos ya?- quise saber, para cambiar de tema.
-Dale, vamos- estuvieron de acuerdo las demás chicas.
Todas nos incorporamos y salimos por la gran puerta de mi casa, rumbo al auto de Nati.
Apenas abrir la puerta, noté un movimiento extraño en la casa de al lado. ¿Qué no estaba abandonada?
-Oigan, esperen- ordené, haciéndome que todas me miraran confundidas- ¿Qué no era que Casey se había mudado hace tiempo?
-Ajá, ¿por?- siguió mirándome intrigada Lina.
-Miren- señalé a la enorme casa lindera a la mía. Tres camiones estaba aparcados en nuestra calle, e innumerables personas salían y entraban de la mansión, con muebles y electrodomésticos. Si eso no es una mudanza, entonces estoy loca...
-Bueno, seguramente alguien se esté mudando...- opinó Celia.
-¿A esa casa?- pregunté extrañada. Debía de costar una fortuna, y su ubicación no era muy buena que digamos. Alguien que tuviese todo ese dinero bien podría comprar una casa con vista al mar, no al conteiner de enfrente.
-Tampoco es tan mala... quitándole el hecho de que hay meo de perro todos los días en el conteiner de Logan- todas reímos, entendiendo nuestro chiste privado. Lo habíamos llamado ''el conteiner de Logan'' porque, una vez, cuando él y yo estábamos muy borrachos y caminando para mi casa, no se le ocurrió algo más lindo al imbécil este, que mear en el conteiner. Si, dentro. Luego, desmayarse ahí mismo. Y para rematar, la policía vino y nos arrestó por estar en ese estado siendo menores de edad. Y por haber hecho pis en el bendito conteiner. Bonita historia, ¿verdad?
-Ya, cómo sea. Luego nos enteraremos. Ahora, ¡al Mall!- exclamó emocionada Celia, mientras nos empujaba hacia el auto, apremiante. Iríamos al Mall a comprar ropa para hoy de noche. Saldríamos a bailar. Y no, eso no era lo emocionante. Lo que importaba es que era ¡la primera noche de vacaciones! Alcohol y chicos, la mejor manera de comenzar el verano, antes de ir a la Universidad.
Una vez allí, Celia nos hizo recorrer de punta a punta todas las malditas tiendas que había en el establecimiento. Digo, no es como si no me gustase ir de compras, pero el ''Nivel Celia'' ya era otra cosa completamente diferente. Esta chica está loca por la moda, se los juro.
-Bien, descansemos un rato, por favor- volví a repetir, por onceaba vez en los 10 minutos que habían transcurrido desde TopShop hasta Forever 21.
-Si, ahora, esperá un poco- pronunció, como acto reflejo, el mismo verso que me llevaba soltando desde que llegámos.
-''Uy, sí, ahora, espérenme un poquito que me pruebo estos zapatos. Y ¡oh, qué bolso más bonito! Tengo que comprarlo chicas''- imité su voz con mala cara, desplomándome en un banco de por allí.
-Jodete, vos me prometiste acompañarme ¿no? Ahora bancátela- me advirtió, de buena forma pero poniéndome en mi lugar. Si había alguien que podía bajarme un cambio, eran estas cuatro chicas. Los demás, olvídense.
-Lo que sea, solo apuráte- pedí, rodando los ojos.
Para mi suerte, no estuvimos allí mucho tiempo más. A eso de las 3 pm -habíamos salido como a las 10 am- volvimos a casa. Muertas, y con decenas de bolsas en nuestras manos. Porque eso tenía Celia... si gastaba plata, arrastraba con ella a todo el mundo. Así de simple.
Al estacionar el auto, todas pudimos observar cómo los camiones de mudanza seguían allí. Sin prestarle demasiada atención, me despedí de las chicas y entré a mi casa. Después de dejar las bolsas en mi cuarto y cambiarme por algo más cómodo, decidí salir a correr... Necesitaba quemar las calorías que había ingerido con ese helado que tomé como almuerzo.
Llevaba unos 20 minutos trotando por el vecindario privado en el que vivía con mi madre -a decir verdad, prácticamente vivía yo sola. Mi madre viajaba muy seguido debido a su trabajo, por lo que nunca estaba en casa- hasta que mi cuerpo comenzó a pedirme a gritos un descanso. Así que me acerqué a un parque que no quedaba muy lejos de allí, y apoyé mi trasero en uno de los tantos bancos...
-¡Eh! Te acabas de sentar sobre mi libro- alcé la cabeza al oír una voz masculina hablándome. Porque me hablaba a mí, ¿cierto?
Frente a mí, un chico -que rondaría los 20, o un poco más- me miraba divertido, con expresión relajada. Y decir que estaba bueno es poco. Castaño, de ojos verdes -con algo de celeste en ellos- y apenas una barba incipiente en su rostro. Al ser verano, llevaba una musculosa que permitía ver sus numerosos tatuajes, y sus muy marcados músculos.
«Dios, como le doy» pensé mentalmente.
-O tu libro se acaba de sentar debajo mío- respondí, indiferente, sin moverme de dónde estaba.
-Ya, me imagino- dijo riendo ante mi comentatrio.- ¿Puedes pararte?
-No recibo órdenes de extraños- me limité a decir, mientras buscaba en mi Ipod alguna canción que me distrajera de la bomba sexual que tenía frente a mí.
-Oh, vamos... ¿mi libro por favor?- volvió a repetir, divertido, el sexy castaño. Que ahora que lo pensaba, tenía un atractivo acento británico. Genial, mejor aún.
-Claro, pero primero...- saqué el libro de debajo de mi trasero y observé su portada.- Con que Cincuenta Sombras, ¿eh?- leí, manteniéndome seria. Aunque era excitante ver que estaba leyendo algo así.- Y dime, ¿te deja tu madre leer estas cosas?
-Claro, me apoya en todas mis decisiones- bromeó. Alcé una ceja, intrigada.
-¿Está de acuerdo con que leas porno?- pregunté, fingiendo inocencia.
-Oye, no es porno. Es una historia romántica- se defendió, cruzándose de brazos frente a mí.
-No tienes idea de lo gay que sonó eso.
-Y tu preciosa, no tienes idea de lo que puedo llegarte a hacer si sigues molestándome- me dijo tranquilo, pero con un deje de advertencia. Lo que alcanzó para decidir que tenía que estar con este pibe.
-Y dime, señor gay.. ¿cómo es que te llamas?- cambié de tema, ignorando lo anterior.
-¿En serio vas a fingir que te importa mi nombre? Lo único que quieres es llevarme a la cama- asumió, sonriendo descaradamente. Imbécil. Divino e imbécil.
-Ay, por favor. No me interesa acostarme con gays- dicho esto, me paré, dando por ''terminada'' la charla.- Un gusto conocerte.. y adiós.
-¿Y mi libro?- preguntó confundido, dejando de lado la joda.
-Considéralo un préstamo. Luego te lo devuelvo- respondí, segura, mientras comenzaba a trotar, alejándome de allí.
-¿Tantas ganas de volverme a ver preciosa? No es necesario retenerme con mi propio libro, mi número hubiera sido suficiente...- exclamó alto para que lo oyera a través de la distancia que ahora nos separaba.
Reí, sin contestarle, mientras me alejaba de allí, y del sexy desconocido.
-Rato después-
-_______(tu nombre) ¿dónde están los zapatos rojos que te presté?- me preguntó Lina, alterada, caminando de un lado a otro de la habitación.
-Por ahí, ¿yo que voy a saber?- respondí sin interés, terminando de aplicarme delineador negro en mis ojos. Hoy saldríamos, y Drew estaría allí. O sea, tenía que verme increíble.
Llevábamos rato arreglándonos, y a estas alturas, estábamos en el punto máximo de stress post party. Que si mi maquillaje esto, o si mi blusa lo otro... Imagínense. Por suerte, ya estábamos casi listas. Yo por lo menos. Llevaba puesto un short de tiro alto y lentejuelas, tacos altísimos y un top negro. Aunque no estaba muy segura... el short me hacía ver un poco más gorda. Y hoy no debía estar gorda...
-¿Vamos?- la voz de mi prima me alejó de mis pensamientos. Asentí, recuperándome, y tras tomar nuestros bolsos y comprobar todas nuestros aspectos en el gran espejo del pasillo, salimos, rumbo al boliche.
-Horas más tarde-
Eran como las tres de la mañana, y todavía no había podido estar con Drew. ¿Por qué? Porque la perra de Mandy no lo dejaba en paz. Lo tenía atado a ella como a un perro, pobre. Pero bueno, eso no me impidió disfrutar la noche. Entre tragos y tragos, no sé muy bien con quién estuve, solo recuerdo que tenía unos enormes y hermosos ojos castaños...
-Hey, por fin te encuentro- habló Nicole a mi lado. Al igual que yo y que el resto de las personas que habían allí, apestaba a alcohol y tenía a un chico apretando su cintura a su lado.
-Lo mismo digo -me guiñó un ojo, dándome a entender en dónde había estado- ¿y las demás?
-Nati, cargándose a uno en el baño de hombres -reí fuertemente ante esto- Celia, con un español muy sexy, y Lina, intentando que el pelotudo de su primo no se agarre un coma alcohólico- volví a reír.
-Pobre Li, su primo no tiene rem...- me interrumpí a mi misma, quedando como colgada con lo que tenía delante de mí.
Bueno, delante no, pero cerca. A unos metros de mí, entre la multitud, estaba bailando el sexy británico del parque.
-¡Mirá! ¡El británico!- exclamé, exigiéndole a mi mejor amiga que lo viera. Porque obviamente ya estaba al tanto de nuestro ''encuentro''. Llevaba puesta una remera blanca y ajustada, que dejaba apreciar su trabajado torso, junto con unos vaqueros ajustados negros. El pelo todo sudado... sí que estaba bueno este tipo.
-Jodeme que es ese- habló seria mi amiga. Reí.
-¿O no qué está divino?
-¿O no que me lo puedo cargar?- volví a reír.
-Ni en pedo. Vos ya tenés a este...- que ahora que lo pienso...- Eh, sí, tú- lo llamé; aún estaba colgado de la cintura de mi amiga.- ¿Qué hacés imbécil? Podés retirarte ya.
-Am, pero....- dijo, entre confundido y con letargo por el alcohol.
-Bye- volví a repetir, y se terminó yendo. Por fin.
-Bueno che, tampoco era para que lo trataras así, ¿no?- reclamó Nicole. Como siempre, tenía que ser tan buena.
-Te estaba babeando el hombro, no seas mala- me defendí, volviendo la vista al británico.
No, esperen. Ya no estaba allí.
-¡Se fue!- volví a exclamar, cinchando de su brazo para que viera que no estaba.
-Eso te pasa por boluda, le hubieras ido a hablar- me hizo ver, obvia.- Ahora, vamos a sentarnos un rato ¿te parece? Ya tomaste mucho por hoy...
-Dale nena, no seas aguafiestas. ¡Estamos de vacaciones!- grité, a lo que todo el mundo se sumó, coreando un ''¡Yeah!''. Me volví nuevamente a mi amiga, alzando una ceja.
-¿Ves? Divertite, dale, no seas vieja- la animé, tomándola de un brazo y tirando de ella hasta adentrarnos más a la pista.
Y eso fue lo último que recuerdo.
-A la mañana siguiente-
Apenas abrir los ojos, supe que algo andaba mal.
Parpadeé un poco, intentando enfocar mejor, y.... «Mierda, esta no es mi habitación.»
Me incorporé rápidamente, ignorando el fuerte dolor de cabeza que me provocó este movimiento, y miré para todos lados, tratando de orientarme. Bien, la habitación tenía paredes rojas y grises, una tele plasma delante mío, o sea, de la cama... que era de dos plazas, o más.
Eso, la cama.
Me concentré en si estaba sola o no. Bueno, por lo visto, no había nadie más allí. Genial.
Parándome como pude -la cabeza me daba más vueltas que una calesita desquiciada- me dirigí hacia el baño de la habitación. Sin la menor idea todavía de en dónde mierda estaba.
Después de lavarme la cara y quitarme los restos del maquillaje de la noche anterior, me sentí un poco mejor. Aún tenía puesta la ropa que había llevado, así que no me había acostado con nadie ¿cierto?. Tanteé debajo de la cama en busca de mis zapatos y la cartera, y, una vez con mis pertenencias en mis manos, me dispuse a salir de allí. De donde sea que estuviése, claro.
Abrí la puerta de la habitación, y, tras observar a ambos lados del amplio pasillo que no había nadie, me interné en él, en busca de las escaleras. Y en eso estaba, cuando una puerta se abrió de golpe a mi lado, haciéndome saltar del susto.
-¡Ah!- exclamé, arrepintiéndome en seguida. «Carajo, mi cabeza.»
-Hola, hola, bella durmiente...-comentó quien sea que hubiese abierto la puerta. Alcé la vista en su dirección, encontrándome con un -muy- sexy chico, desnudo y mojado, cubriendo únicamente sus partes con una toalla.
Tenía innumerables tatuajes exparcidos por todo su torso y brazos... quizás el que más me llamó la atención fue el de la mariposa, en la mitad de su muy trabajado abdomen. Su cabello, mojado, estaba compuesto por abundantes rulos. Unos labios carnosos y rosados, e increíbles ojos verdes, daban por terminada mi rápida evaluación.
-¿Y tú quién eres?- pregunté, enderezándome.
-¿Yo? ¿De verdad nunca viste este rostro tan bonito por ningún lado?- preguntó, con el ego por allá arriba.
-No, no tuve el placer- ironicé, a lo que él sonrió abiertamente.
-Genial, ya sabía yo que nuestras niñas no se emborrachaban y terminaban en casas de extraños.
-¿Eh? ¿Qué decís?- o se fumó un porro, o es hueco. Una de dos.
-Nada, nada..- se limitó a decir.
-Am, bueno... adiós- dije rápidamente, dispuesta a salir de allí cuánto antes.
-¿Eh? ¡Esperá!- exclamó.- ¿Ya te vas?
-¿Si?
-¿Te despiertas en una casa que no es la tuya, asumiendo que no te acuerdas de nada de lo que ocurrió anoche, acabas de hablar con una bomba sexual como lo soy yo, y.. te vas así nomás?- volvió a preguntarme entre confundido y divertido. Fruncí el ceño.
-¿Y qué quieres que haga... como sea que te llames?
-Harry. Me llamo Harry. ¿Y tú?- Harry, quién también tenía un sexy acento británico. ¿Qué todos son británicos ahora?
-Anacleta. Ahora, permiso- ya iba yo a pasar, cuando sus fuertes manos me sujetaron por los hombros.
-Que nombre tan feo para una chica tan linda- comentó, coqueto.
-Mi abuela se llamaba así idiota- repuse, malhumorada, soltándome de su estúpido agarre y bajando rápidamente las escaleras. Oí su risa a lo lejos, mientras llegaba al piso de abajo.
Bien, tendría que haberlo pensado mejor...
En la misma habitación en la que me encontraba ahora, dos pares de ojos me observaban curiosos. Reconocí esos ojos verdes, pertenecientes al británico del parque... pero al otro nunca lo había visto. Moreno, con un peinado loco y al mismo tiempo sexy, ojos miel y una mandíbula demasiado perfecta. Físicamente no podía saber porque estaba sentado, pero, si seguía el ejemplo de sus dos amigos, entonces estaba igual de bueno.
-¿Y tú qué haces aquí?- exigí, dirigiéndome al castaño, quién me miraba completamente divertido.
-¿Así me agradeces preciosa?- ignoró mi pregunta.
-Es de mala educación responder una pregunta con otra, sabes- repuse, por el simple hecho de que no sabía de qué mierda me hablaba.
-Sí, bueno, yo creo que lo que menos soy es maleducado. Mejor llámame ''sexy''- bromeó.
-Ajá, ya quisieras tu. ¿Dónde está la puerta?- reclamé, dando por finalizada la tonta conversación.
-¿Ya te vas? Todavía no oí un ''gracias''.
-Yo no te debo ningún gracias imbécil- repliqué, malhumorada. Confirmado, se porrearon todos.
-Ah, ¿no? Pues de dónde yo vengo, cuando a uno le salvan la vida, se espera un agradecimiento al menos- alzó una ceja, divertido.
-Tú no me salvaste la vida- dije, obvia. Aunque por dentro estaba dudando. ¿Qué fue lo que pasó ayer?
-No, pero casi. Así que, preciosa...-dio tres pasos, situándose frente a mí- me debes un ''gracias''.
-No te debo nada- repuse, comenzando a hartarme de este imbécil. Podía estar muy bueno y todo lo que quieran, pero era un imbécil al fin.
-Déjame ver... me debes un libro, un agradecimiento, lo que me costó el taxi hasta acá... ah, sí, y un beso- enumeró con los dedos.
-¿Si? No me digas- respondí, sin prestarle demasiada atención. Bueno, ''fingiendo'' no prestarla atención. En realidad, me estaba devanando los sesos intentando recordar algo.
-¿En serio no te acuerdas de nada? Es eso, o te querés ir sin pagarme- a continuación me guiñó un ojo. Dios.
-No- además de harta, ahora dudaba. ¿Qué ocurrió realmente? Quizás estuve con él o...
-Ya, Louis, no la molestes- habló por primera vez su amigo, desde el sillón.- Si no se acuerda, no se acuerda.
Así que el británico idiota se llamaba Louis.
-Eso mismo Louis. No me jodas. Y ahora, con su permiso...- empujé a propósito su hombro al pasar, y me dirigí a la recién localizada puerta de entrada. Nada más salir fuera, me llevé una de las sorpresas más grandes de mi corta vida.
Yo conocía esa calle. Conocía a ese conteiner frente a la casa. Y más aún, conocía todas las putas casas que la rodeaban. Incluyendo la de la izquierda. Porque sí, esa era mi casa. Y sí, estos eran mis nuevos vecinos.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
¡Hola chicas! Espero que les haya gustado el primer capítulo. Me quedó re largo, pero intentaré hacerlos más cortos para poder subir más seguido. Y nada, comenten que les pareció :) No se preocupen, Niall aparecerá dentro de poquito. Y lo mismo Liam. Y ya van a conocer a Drew, svdhakjd. Es mi novio, así que ojito, ¿eh? ah.
Y ta, eso. Por favor, si no es mucha molestia únanse al blog, en la parte de ''seguidores''. Y comenten qué onda con la novela. Subiré el próximo pronto, y el de Harold apenas lo termine.
Beso enorme, las amo
Naty♡.
PD: Estoy indecisa entre Harry o Louis para que tengan algo (solo atracción sexual) con Rayita. Entonces estuve pensando, que quizás será con los dos. Además de toda la historia con Niall, claro. Igualmente, me gustaría que dejaran sus opiniones ¿sí? nada más, cuidense :).
PD2: Cuando digo ''estar'' o ''estuve'' es de besos. Acá en Uruguay se llama así, creo que en España le dicen ''tontear'' o ''enrollarse''. Aclaro por las dudas. Culaquier otra duda que tengan sobre el vocabulario, me avisan.
Ask: ask.fm/seemehoran
Twitter: https://twitter.com/novela1dytu